J. Jacotot 1770-1840.
Iniciamos actividad en el curso de seminario taller de investigación. Semana a semana divulgaremos las inquietudes y elaboraciones de los participantes del curso luego de cada sesión.
Esta semana teniendo en cuenta el texto de Ranciere El maestro ignorante, y su recuento de la experiencia de J. Jacotot y su "método universal", nos preguntaremos sobre el aspectos como el ego del investigador social, la emancipación del pensamiento, los productos de investigación y las alternativas para otro tipo de ciencias sociales.
MAESTRÍA EN INVESTIGACIÓN EN PROBLEMAS SOCIALES CONTEMPORÁNEOS
ResponderEliminarSEMINARIO TALLER DE INVESTIGACIÓN
Leidy González
Yo de ética no se nada…
Carlos Guerrero es sociólogo de profesión. Vive en Zipaquirá, pero por cuestiones laborales ha sido contratado por una universidad de Chiquinquirá. La cátedra asignada corresponde a sociología organizacional para dos grupos de administración de empresas, y la misma para dos grupos de contaduría pública. Carlos viaja a Chiquinquirá los miércoles en la tarde y regresa a su casa los sábados en la mañana. Con las dificultades apenas normales que implica el viaje, Carlos está contento con su trabajo. Para el inicio de clases del segundo semestre a Carlos le asignaron la cátedra de ética para el grupo de octavo semestre de contaduría pública. El primer día de clases Carlos entra al salón se presenta a un grupo de 23 alumnos y les dice “me asignaron como su profesor de ética, y yo de ética no se nada”. Unos tres días después los estudiantes radican una carta en la facultad de contaduría alegando una falta de respeto en la asignación de un profesor tan cínico, que es capaz de decir que el no sabe nada de lo que va a enseñar.
Narro el hecho con conocimiento de causa. Lo recordé mientras avanzaba en la lectura del texto de Ranciere. Hasta ese momento, si yo hubiese sido estudiante de octavo de contaduría quizá habría firmado la carta. No obstante, la lectura del texto me exhorta a pensar qué pasaba por la cabeza del profesor Carlos Guerrero cuando frente a sus alumnos señala que no sabe nada de lo que va a enseñar. Porque para los estudiantes el mensaje se convirtió en una afrenta, en una falta de respeto. No sólo era cínico, sino también ignorante, y también franco (creo que esta última fue la que más les molestó).
Desde Ranciere, el maestro ignorante enseña lo que él mismo ignora. En este caso el maestro enseña ética. En el decir “no se nada de ética” Carlos Guerrero considera posible enseñar lo que ignora, en tanto es capaz de impulsar a los alumnos a usar su propia inteligencia. Sin embargo, el efecto no es el esperado. Lo que supone la reacción de los estudiantes es, en términos de Ranciere, un principio de sometimiento. Nosotros estudiantes nos sometemos a su dato, pero si el profesor no tiene dato ¿cómo vamos a aprender ética?
No es Carlos Guerrero quién tiene temor al manifestar que no sabe nada de ética. Son los estudiantes quienes temerosos no sabrán qué decir cuando se les inquiera por lo que han aprendido de ética. No es Carlos quién teme aprender. Pareciera que son los alumnos quienes temen enfrentar su propia voluntad a la ética. Y, finalmente pensando en Oscar y su incomodidad con el asunto de la emancipación, valdría recordar a Nietzsche cuando afirma “Una vez tomada una decisión, hay que cerrar los oídos a los mejores argumentos en contrario. Este es el indicio de un carácter fuerte (para nuestro caso, de Gladiador). En ocasiones hay que hacer triunfar la propia voluntad hasta la estupidez”. Después de todo a quién de nosotros le importa emanciparse.
Me pregunto si dentro de la frase Nietzsche no esta enunciado ya un acto emancipatorio como tal, emanciparse etimológicamente hablando es el acto de romper cualquier lazo de sujeción, la toma de una decisión sea cual sea ésta, y defenderla hasta llegar a la estupidez es el ejercicio mismo de la voluntad, de una libertad, por ende yo creería que si debe interesar emanciparse y más intelectualmente y mucho más en escenarios como los nuestros donde se intenta pensar la sociedad contemporánea, problematizarla... Hace un tiempo en una de nuestras clases decían : "Se necesita de una lucha del individuo por el individuo para que lo social exista", esa lucha del individuo, creería yo, se acerca mucho a lo que Ranciére enuncia como emancipación.
EliminarDesde luego que sí es necesario emanciparse, a lo que voy es a que la emancipación viene intrínseca a cada acto propio del investigador. No creo que el mismo Nietzsche construyera su obra pensando en emanciparse... no creo que mis compañeros de grupo investiguen en sus proyectos con miras a emanciparse, lo hacen porque constituyen sus apuestas personales, políticas y de lucha, y al interior de dichos entramados está expuesto el sentido de la emancipación.
EliminarLa emancipación como valor y proyecto hunde sus raíces en la quimera de la modernidad, es una aspiración, un querer, una voluntad que se ha apoderado de la verdad de los hombres, al punto que no es posible una política sin su intromisión. Un propuesta intelectual-política puede inventarse desde otro valor, producto de otros modos de vida diferentes al aura de la modernidad.
EliminarHombre...alguien, si sigue dejando el concepto como "exclusivo" de la modernidad,a marrado en su extensión y significado no hay nada que hacer, prácticamente no podríamos entonces pensar sobre ninguna idea que "pertenezca" en su genealogía a un rasgo epocal...creo que es necesario cambiar el adversario, porque se corre el riesgo de que en la insistencia de sobrevalorarlo termine uno siendo instrumento de lo mismo que enfrenta. "He comprendido, dice el pequeño, no soy un loro. Cuanto más olvida, más evidente le resulta que comprende. Cuanto más inteligente se vuelve, más puede observar desde arriba a aquellos que ha sobrepasado, a aquéllos que permanecen en la antecámara del conocimiento, delante del libro mudo, a los que repiten porque no son bastante inteligentes para comprender. He aquí el genio de los explicadores; atan al ser que han
Eliminarinferiorizado al país del atontamiento con el lazo más sólido: la conciencia de su superioridad" (2007:16)
Profe esa cita de que texto es
EliminarEstoy de acuerdo en que podemos convertirnos en lo que atacamos y en que se puede realizar y pensar una emancipación sin los lastres históricos de la modernidad, pero, creo que ese concepto, emancipación, debe darsele una concreción, mejor dicho, si lo usamos como clave interpretativa es útil, pero si es una acción que crea mundo ahí viene el problema: emanciparse es reaccionar, es resentimiento. Cuando se le dá una concreción se buscaría asumir el acto como ético y no como valor.
EliminarInteresante el caso, la situación y el contexto. Mucho más cuando de ética se trata, como principio activo de un modo de ser y estar en el mundo. La figura del maestro ignorante no descansa en la administración del dato, quizás el primer error es caer en la trampa que una clase de ética es otra clase de contenidos, recetarios y códigos de buena conducta y mucho más para contadores y administradores. En contexto, la pregunta por el estudiante y por la disciplina que se pretende enseñar deviene en la elaboración de una metódica y pensaría que es el el principio contundente de esa enseñanza universal de la que habla Ranciere. Es decir, para el maestro la afirmación "no se nada de..." no puede quedar en el vacío, debe anclarse a un sistema o principio estructurado de estrategias que saturen en la reflexión esa afirmación. En el escenario, en la arena, se puede admitir el no saber solo sí la práctica y la forma de lucha y el estilo dibujan en aquellos que esperan una retórica convencional un espacio para considerar que la aparente ignorancia es el reconocimiento del maestro como intelectual, con la esperanza de que importe emanciparse solo por el placer mismo de ocupar así sea de forma efímera la diferencia y la sofistificación del buen guerrero.
ResponderEliminarSesión 1
ResponderEliminarEscenarios de sentido para el qué hacer de la investigación social y el pensamiento emancipador.
Por: Diana Carolina Baratto Aldana
El tema me remite de inmediato a mi escenario cotidiano: la salud, el hospital, los profesionales de la salud y los pacientes. Sobre el tema se ha escrito mucho, principalmente sobre afán de integrar al “paciente” en las dinámicas del autocuidado y de la adherencia a los tratamientos, las prioridades de la salud pública, la calidad del servicio, la accesibilidad, los presupuestos, entre otros. El profesional de la salud se pregunta por la sociedad, trata de integrarse a las comunidades para mostrar la bondad del sistema al que está inscrito, apela al lenguaje técnico para evidenciar la complejidad de sus conocimientos e intenta convertirse en el gurú que garantiza una vida extensa y saludable. A su vez intenta comprender las condiciones de su comunidad, aprende vocabulario popular para comprender sus prácticas e incluso conoce historias de vida que le muestran las dinámicas de las familias, los vecinos, un territorio. Los profesionales de la salud, o al menos quienes tienen mayor contacto con una comunidad en específico, buscan ser un personaje simpático, “buena gente” que trae un conocimiento que beneficia las condiciones de las personas que allí habitan.
Eso es lo que aprende el profesional de la salud en la academia: pasa años aprendiendo un océano extenso y profundo de conocimientos sobre anatomía y clínica, y más adelante aprende en las asignaturas relacionadas con la salud pública a ser “buena gente”, a “caer bien”, a escuchar lo que la gente quiere decirle y a “soportar pacientemente” las prácticas comunes de cuidado y curación de enfermedades, para luego mostrar desde su perspectiva lo que está bien en esos procesos. Al profesional de la salud le cuesta aprender del conocimiento tradicional porque no lo entiende, no lo puede comprobar, o ve que funciona sin fundamento científico y entra en crisis.
Estos profesionales no reconocen otro tipo de conocimiento que no esté documentado, teme no tener respuestas, no saber, teme aprender de otras experiencias y probablemente aún sin sentirse cómodo se afianza a ellas fuertemente. Tal vez el ego del profesional de la salud es haber estado inmerso en el océano de conocimientos clínicos, pero su temor es que no lo conoce todo, nunca lo va a conocer, eso lo angustia y no lo deja ser. Como tampoco lo deja ser el escenario en el que está inmerso, un escenario de verdades construido por la productividad, la rentabilidad y la demanda inducida. El profesional de la salud no puede saberse ignorante, porque la ignorancia desde su perspectiva es la completa incapacidad de ejercer su profesión, el temor de poner en peligro la vida, pero sobre todo el temor a ser visto por sus semejantes como un fracaso. Las facultades de ciencias de la salud entonces comprenden y asumen la importancia de mantener al ser humano vivo, lanzando al personal de salud al océano del conocimiento clínico con el fin de enseñarle a nadar en él, pero ignorando que nunca le enseña a salirse y caminar en otro territorio. Los profesionales de la salud no somos libres porque no aprendimos a serlo, nos preguntamos por lo que hay más allá y sabemos que podemos dar un vistazo a terrenos desconocidos siendo “buena gente”, pero nos da miedo salir del agua y explorar.
Creo que mucho de lo que describes da cuenta no sólo de la formación de los profesionales de la salud, sino en general, de la formación tradicional, desde las escuelas hasta las universidades. El miedo a las rupturas con lo que se sabe y se considera "territorio seguro" de conocimiento, el miedo a perder la legitimidad como profesional, el miedo a reconocerse como sujeto ignorante, y tantos otros miedos que vienen acompañando nuestra formación desde el jardín infantil, y que en lugar de ser replanteados, continúan replicándose en cada generación.
EliminarVale la pena, me parece para el caso en el que se presentan las experiencias de sentido, la metáfora del océano como lugar de la apertura al horizonte que en este ámbito de la salud pretende una atención por la administración de la verdad clínica. Dice Ranciere "Pero esta sujeción es puramente de voluntad a voluntad. Y se vuelve atontadora cuando vincula una inteligencia con otra inteligencia. En el acto de
ResponderEliminarenseñar y aprender hay dos voluntades y dos inteligencias. Se llamará atontamiento a su coincidencia. En la situación experimental creada por Jacotot, el alumno estaba vinculado a una voluntad, la de Jacotot, y a una inteligencia, la del libro, enteramente distintas. Se llamará emancipación a la diferencia conocida y
mantenida de las dos relaciones, al acto de una inteligencia que sólo obedece a sí misma, aunque la voluntad obedezca a otra voluntad"
Luego podríamos navegar dicho océano de certidumbres en la pregunta incómoda que mantiene el estatuto de las "Ciencias de la salud" en clave de una filosofía de para y desde la vida. El temor que mencionas y la "imposibilidad" de saberse ignorante se tensiona mucho más cuando a pesar (diría yo) de toda esa recopilación de información anatómica, fisiológica e incluso diagnóstica, la concreción de la enfermedad como concepto patologizante enreda y problematiza al poseedor de dicho saber de la salud...inteligencias obedientes??
Una cuestión de amor
ResponderEliminarPor: Caterine Pardo Mojica.
“La dificultad de nuestra liberación procedía de nuestro amor a las cadenas”.
Fedor Dostoveski
Si un día nos preguntarán qué textos nos han cambiado la vida quizás existan muchos títulos, todos grandiosos, grandiosos no por lo que digan otros sino por lo que cada uno pueda decir de ellos, entre los que han cambiado mi vida se encuentran un sin numero de novelas y antologías poéticas de escritores latinoamericanos, sí, hay muchos textos académicos, por supuesto, pero los vitales para mi son los literarios, y transformaron mi vida porque en las noches en lugar de los cuentos infantiles que muchos padres leen a sus hijos, mi abuelo, mi gran maestro, un hombre que no veía muy bien, que a duras penas había terminado su primaria y que amaba la literatura se sentaba en mi cama y me leía novelas y poesía latinoamericana, creo que cada noche descubrí la grandeza del arte literario a través de la voz de mi querido abuelo y fue mi abuelo quien me enseño siendo aún muy pequeña y sin él pretenderlo, que aprender era una cuestión de amor, aprendí a leer por que deseaba tomar los libros de mi abuelo y leerlos por mi misma para poder soñar con ellos, aprendí a escribir porque sabia que mi abuelo amaba las cartas y quería escribirle una, y si hago un recuento quizás cada cosa que he aprendendido y que hoy me hacen ser quien soy las he aprendido porque quiero, porque deseo hacerlo, porque existe una fuerza inexplicable que me conduce a ello, pocas cosas aprendo obligada, quizás las memorizo, pero aprender es algo que pasa por los sentidos, por el corazón.
La educación por más intentos que haya hecho se ha establecido bajo unas normas meramente disciplinarias, normas que buscan preformar y responder a unas lógicas mercantiles, mismas que conciben la escuela como el lugar donde se forman “ciudadanos de bien”. Entrar al colegio no fue un proceso sencillo porque el diagnostico de mi maestra fue que mi lectura y escritura no eran muy buenas ya que había aprendido “mal”, sin embargo no pude aprender “bien”, me costaba mucho y me costaba porque jamás comprendí que estaba “mal” dentro de un proceso que había disfrutado tanto como fue aprender a leer y a escribir por amor a mi abuelo y a la literatura, por qué antes era más placentero aprender y por qué el método de mi maestra me costaba tanto. Creo que de todas las razones fundamentales por las cuales quise ser maestra, ésta de haber aprendido “mal” fue una de ellas, y lo fue porque siempre quise a través del tiempo y sin pablaras decirle a esa maestra que no hay reglas para aprender, que no se aprende mal, que de todo y todos podemos aprender y que el peor pecado a la hora de ser maestro es la pretensión de poseer una verdad.
...sigue...
Considero que la emancipación intelectual de la que habla Ranciére en el maestro ignorante esta atada a una cuestión de amor por el aprendizaje, no se trataría entonces de ignorar algo y ya, se trataría más bien de un deseo por conocer eso que ignoro y de invitar a los otros a interesarse por conocerlo, la emancipación entonces seria aquí una cuestión de conocer algo que yo deseo y no un algo impuesto. La escuela no se ha establecido como un lugar donde voy a aprender, sino como una institución que adoctrina y moldea a los estudiantes, una institución que en lugar de explorar y de generar sueños los coarta o destruye, una institución donde a pesar de vanagloriarse de ser crítica sigue en realidad un esquema de la escuela disciplinaria de la modernidad, los maestros son maestros por obligación o resignación, los estudiantes asisten por obligación y los esquemas de maestro- estudiante=sabio-ignorante son los que reinan, frente a esto no hay un culpable, en realidad todos son culpables, la institución misma, el maestro y el estudiante, y son culpables porque como lo enuncia Estanislao Zuleta en el elogio a la dificultad “en vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida”. En la investigación social ocurre igual, emanciparse intelectualmente seria entonces una cuestión ética, ética, en el sentido de que dentro de unas lógicas facilistas y mecanicistás desde donde se han erigido la escuela y las prácticas investigativas, el maestro e investigador deben tomar una postura, deben asumir una responsabilidad frente a su labor, frente a lo que investiga, determinando qué rigurosidad, hondura y compromiso tiene con aquello que hace o investiga, no se trata entonces de conocer demasiado, de saber demasiado se trata más de la voluntad de explorar más allá de lo dado o establecido, se trata como dirían por ahí una cuestión de corazón.
ResponderEliminarCuando se habla de emancipación en términos de Ranciére, lejos de implicar la legitimación del individualismo exacerbado, la ratificación de la autonomía del maestro e investigador debe pensarse sobre la reivindicación de la facultad misma para decidir. Un sujeto que subvierte el orden establecido, es un sujeto, como diría Fals Borda, que “no se abandona en la alienación de la decisión de otro, sino que se ratifica y enarbola de su poder de transformación y desmonte de discursos totalizantes frente a un sistema que administra hasta su misma vida”. Considero que el problema radica en aferrarnos de forma casi enferma a las cosas tal y como están, de que todo se haya en convertido en procesos meramente maquínicos, en procesos donde necesitamos direccionar o que nos direccionen, donde se exaltan las diferencias, las distancias y las superioridades y se olvida lo que nos hace iguales, lo que nos une, lo vital, nos aferramos a ello porque como escribió Dostoveski “amamos las cadenas”, porque en últimas y aunque no lo creamos resulta más sencillo, sin embargo ya que aprender es una cuestión de amor vale la pena recordar que no existe una fuerza más creativa, revolucionaria y transgresora que la del amor, por ende no es necesario responder a reglas ni a nada dado o establecido, sino a lo que realmente deseamos nosotros mismos, así el secreto esta en intentar incansablemente alcanzar una emancipación como la que menciona Ranciére, misma que le permitió a Jodorowsky un día escribir y publicar un libro de poesía.
Muy bien!
ResponderEliminar"La lección emancipadora del artista,
opuesta término a término a la lección atontadora del profesor, es ésta: cada uno de nosotros es artista en la medida en que efectúa un doble planteamiento; no se limita a ser hombre de oficio sino que quiere hacer de todo trabajo un medio de expresión; no se limita a experimentar sino que busca compartir. El artista tiene necesidad de la igualdad así como el explicador tiene necesidad de la desigualdad" (2003:41)
Oscar Efrén Guerrero Angel
ResponderEliminarLa apuesta por las inteligencias
El vinculo, la unión mas no comunión entre inteligencias que plantea Ranciere es el punto de mi interés, sobre lo que me gustaría proponer mis impresiones, inquietudes, preocupaciones y hasta prejuicios.
La clase y la discusión que se suscito en ella, junto con la lectura, hace aparecer el problema de la pedagogía con un aspecto más agradable: pensar la enseñanza, incluso la formación investigativa, la inquietud por la verdad como una conexión entre inteligencias; esto se constituye como un heurístico que creo tiene las siguientes implicaciones y ventajas: permite superar o desechar una concepción de la pedagogía y el conocimiento como contenidos que se acumula, se transmiten, se estipulan o se hacen producir; el conocer ya no arriba al puerto de contenido, que es esencialmente estático, el conocer es acto de una potencia, incluso de una voluntad, la inteligencia, realidad activa que no remite a formulaciones sobre sus cualidades o capacidades, realidad que se hace notar en el acto. Y, en segundo lugar, las inteligencias no se dejan reducir a métodos y no se dejan captar por el ansia de absoluto.
La primera implicación nos ofrece la ventaja de promover novedosas experiencia éticas y estéticas, donde el sujeto trascendente se desdibuje, donde la epistemología dé paso a otra forma de acercamiento al conocimiento, que no implique relaciones binarias. Lo ético esta dado en que si el sujeto trascendente deja su lugar nos permite otra forma de coexistir no determinada por formulaciones universales o por reglamentaciones particulares fundamentadas en capacidades universales; el vinculo de inteligencias desemboca en una ética que se mueve, que no se deja aprehender por los contenidos que produce el sujeto trascendente, una ética de posibilidades, de potencias, no una ética de restricciones. Por otro lado la superación de los contenidos por el vinculo de inteligencias permite el relevo de la epistemología como lugar inevitable del problema del conocimiento, sería posible pensar un conocimiento sin sujeto, un conocimiento desde la interface que produce el contacto de inteligencias, un conocimiento que toma el vehículo del devenir interactivo y no la espacialidad y temporalidad Kantianas; implica desplazar la pregunta por el qué y el por qué a la pregunta por el “como”, conocer relaciones, desde aquí conocimiento no sería contenido sino relaciones que devienen. La ventaja estética no se construiría por analogía a la espacialidad de lo plástico sino en la relación entre la composición y la interpretación en la música, es decir al vinculo entre inteligencias.
La segunda implicación deriva en la ventaja del acto de creación como resistencia y reemplazo de las formulaciones ansiosas de absoluto del sujeto trascendental. Lo anterior quiere decir que crear es una afrenta al conocer denotado por la epistemología, crear no es capturar el mundo, crear es producir el mundo y esto se hace posible si no hay relaciones de sujetos, relaciones identitarias, sino relaciones de potencias, de fuerzas que pujan por manifestarse; podríamos decir que el sujeto trascendente-epistemológico no crea solo refleja, mientras las inteligencias, realidad activa, son el nombre que asumen la superficie visible de las fuerzas. La creación es ya un acto de resistencia, pero si logra disputarle el lugar a la epistemología podríamos decir que nuestras pretensiones de absoluto se diluyen en el rio del devenir.
Muy bien! Esto ya es otro nivel de la cuestión, más cercano a lo que nos interesa en la construcción de sentidos.
ResponderEliminarHelena Alexandra Sutachan
ResponderEliminar08-02-2012
“¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser el fruto de la educación.”
Alejandro Dumas
El concepto de “Zona de desarrollo próximo”, propuesto por Lev Vigotsky, hace referencia al impulso que la presencia del otro tiene en el desarrollo infantil, es decir, al potencial de aprendizaje que puede desplegarse en el niño en el marco de las interacciones sociales: juego con pares, acompañamiento de un adulto, explicaciones de un docente.
Evoco este concepto ya que, luego de la lectura del texto de Ranciere y la discusión en clase, he reflexionado acerca del lugar del otro en mi historia personal de aprendizaje. Todas las cosas que creo saber y comprender han estado ligadas a la presencia de un “otro”: ese alguien que enseña, explica, comparte, ejemplifica, muestra, acompaña o, simplemente está. Desde aprender de memoria las capitales de los departamentos de Colombia, hasta identificar en el cielo la amenaza de lluvia; desde resolver un problema de trigonometría, hasta montar en bicicleta; desde aprender mi nombre, letra a letra, hasta conocer el punto exacto del espagueti al dente. Los métodos han sido muchos y muy distintos: la maestra severa que registraba con tinta roja y caligrafía perfecta mis errores y faltas, las tardes en el taller de mi padre jugando a la escuela y aprendiendo a través de canciones las tablas de multiplicar, las charlas interminables sobre interminables temas, los domingos en el parque, los consejos de la abuela…
Conocer es una experiencia social, esto implica que cada saber cuenta una parte de la historia de la humanidad, y que el conocimiento se construye en la interacción con otros, en el continuo intercambio de visiones del mundo y modos de vivir; pero, ante todo, conocer se configura como un acto social en la medida en que todos contamos con la posibilidad de realizarlo, todos estamos en condiciones de conocer y dar a conocer.
Sin embargo, la enseñanza tradicional (lo “Viejo”, en términos de Ranciere) ha legitimado un solo conocimiento y una sola forma de impartirlo, ha considerado que hay saberes que son indignos de ser enseñados en las escuelas y las universidades, ha soñado con un “alumno” como lienzo en blanco, dispuesto a ser llenado en función de lo que sus maestros consideren necesario o prescindible de aprender. Es decir, nuestros modelos de enseñanza han estado basados en la exclusión, la crueldad y la desigualdad, han marginalizado otras vías de acceso al conocimiento y, peor aún, nos han convencido de que han hecho lo correcto. Todo esto desconociendo la existencia de tantos “maestros ignorantes”, quienes posiblemente nunca han sabido cuanto hemos aprendido de ellos, y cuyas enseñanzas han sido más útiles y de mayor recordación que la mayoría de lecciones escolares.
(sigue...)
Si cada uno de nosotros como investigadores pudiéramos llegar a replantear estos anacrónicos modelos educativos y concibiéramos la experiencia del conocimiento como algo jovial, que partiera de la voluntad, la curiosidad y el placer, en lugar de la obligación y la vergüenza del “no saber”; si pudiésemos dotar de sentido la experiencia cotidiana de apre(he)nder el mundo y reconocer la naturaleza predominantemente social de este aprendizaje; si en lugar de mendigar saber de ídolos construidos por nosotros mismos fuésemos capaces de entender que el saber no es una propiedad privada; si en lugar de repetir lo ya dicho lográramos cuestionar esos saberes hegemónicos y dar lugar a otras formas de construir y vivir el conocimiento, estaríamos en medio de un proceso de emancipación del pensamiento, que implicaría una nueva perspectiva orientadora, un nuevo horizonte de sentido.
ResponderEliminarSin embargo, este proceso emancipador implicaría también romper con muchos de nuestros prejuicios y miedos, dejar de lado la investidura tradicional del investigador como posible constructor de la verdad, y salir a la calle, mezclarnos en la multitud y reconocer que todos esos personajes anónimos son también, a su modo y desde sus posibilidades e intereses, investigadores como yo.
Muy bien!, y sí de pronto recorrer las Highways de nuestra propia subjetividad para poder detectar aquellos modos a los cuales lanzar preguntas, un maestro interno "Para emancipar a otros hay que estar uno mismo emancipado. Hay que conocerse a uno mismo como viajero del espíritu, semejante a todos los demás viajeros, como sujeto intelectual partícipe de la potencia común de los seres intelectuales (2007:22)
ResponderEliminar“SER LO QUE SOY”
ResponderEliminarAlejandra Martínez Roa
Y el ego hace su aparición… Aún así, quisiera tomar como idea central estas palabras de Jodorowsky en la entrevista con Cristian Warnken: dejar de vivir mi vida siguiendo el parámetro de otros para descubrir, auténticamente, qué hay en mi intelecto, en mi cuerpo, en mi existencia y actuar en consecuencia, sin defraudarme ni traicionarme. Y es que frecuentemente preferimos vivir la vida que nos dice la familia, la historia, la cultura, los maestros, los amigos olvidando lo que se es, lo que se puede ser, lo que se es capaz.
Esta postura vital implica una primera y difícil tarea: disolver el ego… ¿qué significa? Implica reconocerse ignorante frente a la propia existencia para abocarse a la aventura del conocimiento de sí mismo. De esta manera, se nos invita a asir con responsabilidad la vida personal, única y singular de cada uno, para llevarla al lugar que deseamos y soñamos… o quizá sin siquiera tener una meta fija más que la experimentación y el despliegue de la potencia y de la capacidad personal. Esta actitud de aceptación de la propia ignorancia pero para que el otro pueda, al fin, iniciar su propia travesía de búsqueda y experimentación se constata a lo largo del texto de Ranciere a propósito de la enseñanza y el aprendizaje. En él, el autor da cuenta del descubrimiento de Jacotot de una “pedagogía” más humana, más digna y respetuosa que la del maestro que se presume sabio y explicador ante su incapaz y atontado alumno.
Como una segunda tarea –no más fácil que la anterior- se configura la necesaria atención a lo que veo, a lo que pienso y a lo que hago para identificar allí mis potencias, capacidades y habilidades pero sobre todo –y creo que es lo más inspirador del texto de Ranciere- para precisar las acciones que he desplegado para aprender y conocer lo que he aprendido o descubierto por mí misma sin mayores ayudas externas. Una vez identificados dichos mecanismos o procesos solo es cuestión de replicarlos hacia las áreas del saber, del arte o de la vida que me inquieten para seguir aprendiendo y configurando mi existencia según mis propios cánones, construcciones o anhelos.
Ser lo que soy y no ser lo que otros quieren que sea puede ser, quizá, el mayor acto de emancipación. Para Ranciere esta emancipación se refiere a que todo hombre -y mujer- puedan concebir su dignidad, tomar conciencia de su capacidad y decidir su uso. “¿Qué ves? ¿Qué piensas? ¿Qué haces?” Quizá puedan ser preguntas más interesantes y motivadoras para el despertar del atontamiento al que nos hemos sometido a lo largo de años de instrucción y educación cercenadora basada en la explicación y en la profunda certeza de que el otro no sabe y nunca podrá saldar la brecha entre el docente y el estudiante. Quizá estas preguntas deba hacérmelas constantemente para superar el miedo a fallar, a fracasar, a defraudar o a no responder a la imagen que otros han construido de mí con mi parecer y complacencia y creer, de una vez por todas, en que soy capaz de todo aquello que me proponga: basta querer y convencerme de que solo siendo lo que soy podré construiré mi propia felicidad y de los que están a mi alrededor a quienes dejaré de fastidiar para que vivan según mi parecer o querer.
Una estética: de como se llega a ser lo que se, de como realizamos nuestro destino....me sonó a un libro, después te cuento.
ResponderEliminarBien Aleja! y chévere por retomar dentro de la discusión a tu homónimo jejejej. Es muy significativo lo que el dice sobre el amor y su propia experiencia en este sentimiento para disolver el ego. El camino del investigador se abre cuando se deja de ser egoista en el amor como fuerza alegre y delirante, provocativa...bajo las cuatro categorías con las cuales Jodorowsky plantea el ethos de hombre y mujer aparece un reto aún mayor para esas preguntas que lanzas ¿Qué ves? ¿Qué piensas? ¿Què haces?
ResponderEliminar"Se cree en la Enseñanza universal que el hombre siente el placer y el dolor, y que sólo
en sí mismo puede encontrar el cuándo, el cómo y el porqué cúmulo de circunstancias ha experimentado ese dolor o ese placer (...) Más aún, el hombre sabe que existen otros seres que se le asemejan y a los cuales podrá comunicar los sentimientos que experimenta con tal que los coloque en las mismas circunstancias a las que él debe sus dolores y sus placeres. En cuanto conoce lo que le ha conmovido a él, puede ejercitarse en conmover a los otros si estudia la elección y el empleo de los medios de comunicación. Es un lenguaje que debe aprender"(2007:39)